jueves, 17 de marzo de 2016

Carta a Judas Iscariote; (del libro El piar de un gorrión)

Carta a Judas Iscariote

         Hola, Sr. Judas:


         Sé que estarás sorprendido que te esté escribiendo. Porque siempre has sido el malo de la película. Igualmente sé que cuando muchos se enteren que te escribí pegarán un grito al cielo. Pero, ¡que griten!
         Antes de todo, quiero pedirte disculpas y perdón. ¿De qué? Me dirás. Tengo mis razones. Y te las voy a dar. Porque creo que es una obligación de fidelidad a la historia y de fidelidad a los acontecimientos.
         Siempre se te ha visto como el que traicionó a Jesús de Nazareth. Ciertamente, es así. Y por ello se te ve como el más malo de los malos. Pero hay en esa visión de los acontecimientos algunos elementos que nos hacen tergiversar las cosas de cómo en verdad fueron y son. Tus razones tenías. Y todas en la lógica de las expectativas del pueblo judío. Desde allí, no se te puede juzgar. El problema está en que el juicio que hacemos de ti es que tu entregaste al Hijo de Dios, es decir, a Dios mismo. Y por eso te vemos como el más malo de todos lo malos. Hasta en el cuadro de la última cena buscan representarte como el más feo. ¡Por favor! ¡Creo que no son justos!
         Que entregaste a Jesús es lo que siempre se dice. Pero ya el evangelista San Marcos, te defiende, al decir, que “uno de los doce”. Lo que puede significar que cualquier otro lo pudo haber hecho. Total, ya todos estaban desencantados y no entendían lo que pretendía Jesús de Nazareth. Además, ustedes veían que las cosas que se esperaban eran de otra perspectiva. No estaban preparados para otra visión, sino la que tenían en la experiencia del pueblo escogido por Dios. La historia era otra. E igual, otra la experiencia.
         Voy a revelarte algo muy importante, Judas: me inventé un personaje para defenderte. Se llama Pedro María Perales. Puse en él todas las características de una persona inquieta e intranquila. Él se da a la tarea de defenderte. Es un recurso literario. Con datos y estudios en la mano él le explica a Clementina, su esposa, todos los elementos que tiene para dedicarse a tu defensa. Porque se trata de un imperativo histórico y una necesidad teológica. Y te defiende. E hice una novela. Todavía no la he publicado. Pero pronto será. Precisamente porque considero que se trata de defender tu buena fama y tu nombre.
         Quiero pedirte perdón en nombre del cristianismo. De seguro que me dirás que quién soy para atribuirme semejante atrevimiento. Pero te digo que soy cristiano. Y como tal pertenezco al cristianismo. Eso me da ese derecho y esa facultad. Que conste. No te pido a nombre de la Iglesia Católica. Eso le toca al Magisterio. Te hablo a nombre del cristianismo del que formo parte y que me da ciertos derechos. Y te pido perdón porque te tratamos mal. Te hemos faltado el respeto. No se puede negar que el juicio que se tiene de ti es influenciado por un cierto antisemitismo; es decir, un odio hacia la raza judía injustificado. Esto ha generado muchos comportamientos errados contra los judíos. Muy recientemente Alemania generó una gran persecución contra los de tu raza. Y el mundo debe avergonzarse de eso. Hay un autor, León Uris, que tiene un libro muy interesante sobre esa historia. Se llama Éxodo, y, otro, de otro autor, Greem, que se llama Holocausto. No te voy a contar los detalles porque me haría muy largo. Pero, en todo caso, es algo de lo que la humanidad, sin excepción, tiene que estar abochornada y avergonzada.
         Pero eso es otro tema y no quiero complicarme contigo. Sólo te escribo para pedirte perdón por el mal trato que te hemos hecho. Y para decirte que mi amigo Pedro María Perales te defiende. Tal vez se trate de una golondrina que quiere hacer llover, como decimos los venezolanos. Es decir, que no será gran cosa. Pero, creo que es una cuestión de justicia. Y en tu caso tenemos que reivindicarte. Me gustaría que leyeras ese libro que he escrito y me dieras tu opinión. Sé que te va a gustar. Sé, igualmente, que puede sonar escandaloso que se escriba un libro para defenderte. Pero hay que ubicarse en tu momento histórico, con todos los elementos de entonces. Y saber que tenías razón en hacer lo que hiciste. Léete el libro. Me darás la razón. Así que tranquilo, Judas, no hagas problemas. Te condenan y te miran mal. Pero es que no saben los verdaderos motivos. No lo saben. Los ignoran.
         Te dejo. Será hasta otra vez. Quizás te escriba para contarte cómo ha sido el impacto del libro del que te hablé.

         Chao:

         Daniel

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