Carta a Judas
Iscariote
Hola,
Sr. Judas:
Sé que estarás sorprendido que te esté escribiendo. Porque
siempre has sido el malo de la película. Igualmente sé que cuando muchos se
enteren que te escribí pegarán un grito al cielo. Pero, ¡que griten!
Antes de todo, quiero pedirte disculpas y perdón. ¿De qué?
Me dirás. Tengo mis razones. Y te las voy a dar. Porque creo que es una
obligación de fidelidad a la historia y de fidelidad a los acontecimientos.
Siempre se te ha visto como el que traicionó a Jesús de
Nazareth. Ciertamente, es así. Y por ello se te ve como el más malo de los
malos. Pero hay en esa visión de los acontecimientos algunos elementos que nos
hacen tergiversar las cosas de cómo en verdad fueron y son. Tus razones tenías.
Y todas en la lógica de las expectativas del pueblo judío. Desde allí, no se te
puede juzgar. El problema está en que el juicio que hacemos de ti es que tu
entregaste al Hijo de Dios, es decir, a Dios mismo. Y por eso te vemos como el
más malo de todos lo malos. Hasta en el cuadro de la última cena buscan
representarte como el más feo. ¡Por favor! ¡Creo que no son justos!
Que entregaste a Jesús es lo que siempre se dice. Pero ya el
evangelista San Marcos, te defiende, al decir, que “uno de los doce”. Lo que
puede significar que cualquier otro lo pudo haber hecho. Total, ya todos
estaban desencantados y no entendían lo que pretendía Jesús de Nazareth.
Además, ustedes veían que las cosas que se esperaban eran de otra perspectiva.
No estaban preparados para otra visión, sino la que tenían en la experiencia
del pueblo escogido por Dios. La historia era otra. E igual, otra la
experiencia.
Voy a revelarte algo muy importante, Judas: me inventé un
personaje para defenderte. Se llama Pedro María Perales. Puse en él todas las
características de una persona inquieta e intranquila. Él se da a la tarea de
defenderte. Es un recurso literario. Con datos y estudios en la mano él le
explica a Clementina, su esposa, todos los elementos que tiene para dedicarse a
tu defensa. Porque se trata de un imperativo histórico y una necesidad
teológica. Y te defiende. E hice una novela. Todavía no la he publicado. Pero
pronto será. Precisamente porque considero que se trata de defender tu buena
fama y tu nombre.
Quiero pedirte perdón en nombre del cristianismo. De seguro
que me dirás que quién soy para atribuirme semejante atrevimiento. Pero te digo
que soy cristiano. Y como tal pertenezco al cristianismo. Eso me da ese derecho
y esa facultad. Que conste. No te pido a nombre de la Iglesia Católica.
Eso le toca al Magisterio. Te hablo a nombre del cristianismo del que formo
parte y que me da ciertos derechos. Y te pido perdón porque te tratamos mal. Te
hemos faltado el respeto. No se puede negar que el juicio que se tiene de ti es
influenciado por un cierto antisemitismo; es decir, un odio hacia la raza judía
injustificado. Esto ha generado muchos comportamientos errados contra los
judíos. Muy recientemente Alemania generó una gran persecución contra los de tu
raza. Y el mundo debe avergonzarse de eso. Hay un autor, León Uris, que tiene
un libro muy interesante sobre esa historia. Se llama Éxodo, y, otro, de otro autor, Greem, que se llama Holocausto. No te voy a contar los
detalles porque me haría muy largo. Pero, en todo caso, es algo de lo que la
humanidad, sin excepción, tiene que estar abochornada y avergonzada.
Pero eso es otro tema y no quiero complicarme contigo. Sólo
te escribo para pedirte perdón por el mal trato que te hemos hecho. Y para
decirte que mi amigo Pedro María Perales te defiende. Tal vez se trate de una
golondrina que quiere hacer llover, como decimos los venezolanos. Es decir, que
no será gran cosa. Pero, creo que es una cuestión de justicia. Y en tu caso
tenemos que reivindicarte. Me gustaría que leyeras ese libro que he escrito y
me dieras tu opinión. Sé que te va a gustar. Sé, igualmente, que puede sonar
escandaloso que se escriba un libro para defenderte. Pero hay que ubicarse en
tu momento histórico, con todos los elementos de entonces. Y saber que tenías
razón en hacer lo que hiciste. Léete el libro. Me darás la razón. Así que
tranquilo, Judas, no hagas problemas. Te condenan y te miran mal. Pero es que
no saben los verdaderos motivos. No lo saben. Los ignoran.
Te dejo. Será hasta otra vez. Quizás te escriba para
contarte cómo ha sido el impacto del libro del que te hablé.
Chao:
Daniel
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